El otoño transforma nuestro día a día: menos horas de luz, mañanas frescas y ese olor tan característico a hojas húmedas. Para nuestras mascotas, esta estación también supone cambios, y depende de nosotros ayudarles a adaptarse.
Con el frío, el metabolismo de perros y gatos puede variar. Si tu compañero pasa mucho tiempo en la calle, tal vez necesite un pequeño ajuste en su dieta para mantener su energía. No se trata de llenar el cuenco sin medida, sino de asegurar que su alimentación es equilibrada. Una visita al veterinario en esta época es una buena idea para revisar peso, vacunas y estado general de salud.
El pelaje juega un papel clave en otoño. El aire seco puede resecar la piel, provocando picores o descamaciones. Cepillarlo a menudo no solo mantiene el manto sano, también se convierte en un momento de conexión entre vosotros. Además:
- Menos baños, pero de calidad: utiliza champús suaves e hidratantes.
- Cepillados frecuentes: eliminan pelo muerto y distribuyen los aceites naturales.
Aunque muchos piensen lo contrario, los parásitos no desaparecen con el frío. Pulgas y garrapatas siguen presentes, sobre todo en zonas húmedas. Por eso conviene mantener al día los tratamientos antiparasitarios y revisar el cuerpo de tu mascota tras cada paseo.
Las almohadillas también sufren con el suelo húmedo o frío. Al volver a casa, seca bien sus patas para evitar grietas. Si notas que están resecas, un bálsamo protector puede ayudar.
Los paseos, con menos horas de luz, requieren más precaución. Intenta salir durante el día siempre que sea posible. Si toca hacerlo de noche:
- Collares o arneses reflectantes para mejorar la visibilidad.
- Juegos en casa cuando el clima no acompañe: circuitos improvisados, juguetes interactivos o ejercicios de olfato.
Los animales mayores suelen notar más los cambios de temperatura. El frío puede agravar la rigidez articular, por lo que es esencial facilitarles un rincón cálido y mullido. También conviene adaptar sus rutinas: paseos más tranquilos, descansos cómodos y, si es necesario, apoyo veterinario para aliviar molestias.
No olvides la hidratación. Aunque ya no haga calor, el agua limpia y fresca debe estar siempre disponible. Mantener una buena ingesta de líquidos es clave para la salud renal y digestiva.
El otoño trae además un nuevo “enemigo silencioso”: los frutos y hongos que aparecen en el suelo. Lo que para tu mascota es un hallazgo curioso, puede resultar tóxico. Vigila lo que huele, mastica o se lleva a la boca durante los paseos.
Y como colofón, aprovecha la estación para una revisión completa en la clínica veterinaria. Un chequeo general, actualización de vacunas, control dental y repaso de antiparasitarios asegura que tu compañero entre en el invierno con buena salud.